jueves, 15 de marzo de 2012

La leyenda virtual de los nativos digitales

La leyenda virtual de los nativos digitales.


elquintopoder.cl 01/2012. Por Gemma Lluch
Internet debería ser un puente entre generaciones, transformarse en un espacio donde tejer conversaciones, donde compartir saberes. Y para eso saber leer, interpretar los textos, es imprescindible.

¿Cuántas veces hemos leído o hemos oído hablar de los “nativos digitales”? El término lo propone el investigador norteamericano Marc Prensky en 2001 para referirse a las personas que nacen ya en un mundo donde las tecnologías digitales son “normales”. 

La popularización de la expresión, el uso indiscriminado del concepto, ha generado una leyenda virtual que se ha alimentado de afirmaciones como por ejemplo: “¡Nunca podré usar bien el ordenador porque soy mayor, yo no soy un nativo digital!”, “Facebook está hecho para los nativos digitales”, “mi hijo sí es nativo digital y puede leer en Internet, yo nunca lo conseguiré, no hace falta ni intentarlo”.

¿Qué significan estas afirmaciones? Se ha extendido la idea de que el uso de todo lo que tiene que ver con Internet es fácil para los adolescentes y casi prohibido para los adultos.

El problema es que hablar todavía de “nativos digitales” aleja a muchas personas de Internet, obstaculiza las posibles ganas de leer en la pantalla y, como consecuencia, muchos de ellos abandonan a los hijos en la soledad multitudinaria de Internet con la idea equivocada de que ellos sí que saben.

Pero muchas veces la realidad es tozuda y cambia incluso las leyendas urbanas. Compartimos dos ejemplos que rebaten esta manera de pensar.

El primer ejemplo: podemos acceder a algunas de las propuestas que lleva a cabo el programa BiblioRedes y veremos personas de todas las edades, de diferentes generaciones, leyendo en las pantallas o utilizando los blogs o las wikis de Internet.

El segundo ejemplo lo podemos encontrar en  la evolución de entornos similares: ¿qué ha ocurrido con los juegos audiovisuales? Hasta hace un tiempo los adolescentes parecían ser los únicos dueños del ocio audiovisual. Los únicos que tenían el mando de los juegos. Pero hace ya unos años que los adultos también se enganchan a los videojuegos.

La creación de juegos diferentes, las ganas de divertirse, la posibilidad de jugar en familia o con los amigos han sido responsables de la ampliación del perfil de los usuarios, de la entrada de jugadores de todas las edades y condición. 

Un ejemplo de lo que queremos compartir está perfectamente sintetizado en un minuto: hace dos o tres años, el Ministerio de Educación de Argentina emitía este anuncio por la televisión.

Imagino su sonrisa si lo acaba de ver. Vamos a analizarlo: la profesora hace una pregunta y para contestarla el niño necesita unos conocimientos previos que no tiene. Aunque él está seguro que no necesita nada más que escribir la palabra en un buscador de Internet y sin leer, sin elegir, la respuesta llega inmediatamente. 

Pero lo que ocurre es muy diferente de lo que esperaba Lucas: cuando la maestra pregunta por Castelli el niño le responde con la información que le ha aparecido en primer lugar: Castelli es una ciudad.

La maestra, sorprendida, le pregunta cómo ha hecho la redacción y le responde satisfecho que con Internet. “Vuelve a buscar y que te ayuden mamá y papá”. Pero ufano, le responde: “Ellos no saben leer de Internet”.  

Lucas conoce la leyenda virtual sobre los nativos digitales. Pero se equivoca: la imagen final muestra como el niño y el padre miran la pantalla: “Busca Juan José Castelli, prócer argentino…”. 

Y el anuncio acaba con un eslogan que no podemos olvidar: “Cuando tu hijo navega por Internet, la mejor brújula eres tú”.

Usar, entrar, leer en Internet no tiene que ver con la edad, tiene que ver con la curiosidad, con las ganas de saber y de divertirse. Saber hacerlo tiene que ver también con el sentido común. Y si no sabemos algo, como siempre hacemos, preguntamos. La ayuda está cerca: nuestro hijo, los alumnos, los compañeros o la lectura en la red de los muchos tutoriales que aparecen.

Ellos nos pueden ayudar a entender cómo funciona Facebook, Twitter o Twitter, a buscar la información que necesitamos,  a comprar un buen libro, a encontrar blogs interesantes para leer… Nosotros les aportamos un poco de sentido común para saber qué podemos compartir, qué leemos o qué escribimos.

Leer en la pantalla puede ser una forma de compartir saberes, lecturas y conversaciones y ninguna leyenda virtual mil veces repetida, y a veces sin sentido, como esa sobre el nativo digital, puede ser una excusa para no pasarlo bien entre la cantidad y la diversificación de lecturas que las pantallas proponen.

* Gemma Lluch es Doctora en Filología Hispánica y profesora de la Universidad de Valencia (España)

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