La ciencia lo prueba: Podemos ver con nuestros oídos
por Jennifer Abate. Tendencias La Tercera - 17/12/2011.
La razón de éste y otros cruces de nuestros sentidos se origina en el cerebro, que "aprende" que un estímulo suele acompañarse de otro y así reduce trabajo a la hora de interpretar las múltiples sensaciones a las que nos exponemos día a día.
EL sitio drinkify.org se ha hecho popular gracias a una oferta simple: recomendar el mejor trago para escuchar a un determinado artista. Como una copa de merlot para oír a Frank Sinatra o una vaso de whisky para Led Zeppelin. Lo que esta página web pone en marcha es un curioso principio probado por varias investigaciones: los sonidos son capaces de modificar el sabor de lo que nos llevamos a la boca. Pero, ahora, se sabe que este hallazgo se queda corto. La ciencia ha comprobado que ninguno de nuestros sentidos actúa solo, sino que se complementan para que podamos obtener la sensación más sofisticada a partir de un determinado estímulo.
Una de las primeras pistas sobre este fenómeno la dio un experimento de 2000 realizado en el Caltech (instituto de Tecnología de la Universidad de California), que demostró que cuando las personas eran expuestas a un rayo de luz, acompañado de dos sonidos cortos, muchas declaraban ver dos flash de luz en vez de uno. Lo mismo ocurría cuando, al ver el mismo rayo de luz, se tocaba la piel de los participantes dos veces: veían dos en vez de uno. Otras investigaciones han probado que lo que vemos afecta lo que escuchamos y que los olores también son capaces de afectar la textura de determinados elementos.
El profesor de Neurobiología y Anatomía de la Universidad Wake Forest (EE.UU.) y experto en el tema, Barry Stein, explica a La Tercera que la razón de esto está en que las neuronas reciben estímulos de diferentes sentidos. "Por eso, cuando ocurre un evento que entrega información a través de diferentes canales sensoriales a los que las neuronas tienen acceso, éstas integran la información", dice.
Las ventajas que nos aporta este procesamiento de la información son múltiples: en un mundo que ofrece una cantidad cada vez mayor de sensaciones y estímulos, la "integración multisensorial" acorta el camino y ayuda a precisar la naturaleza de lo que percibimos en el menor tiempo posible. En palabras de Stein:"tiene un valor evolutivo obvio, que permite lidiar con la variedad de eventos que ocurren en la vida cotidiana. Una de las principales tareas del cerebro es agregar eventos e información que debería ir unida, y segregar eventos que no deberían interpretarse juntos. La 'integración multisensorial' es una forma de cumplir con esta tarea, sin siquiera pensar en ello".
Hasta ahora no parece existir una regla específica que determine la forma en que los sentidos se combinan para producir una determinada sensación. Según la doctora Ladan Shams, profesora del Departamento de Sicología de la Ucla, la unión de estos sentidos depende mucho de la tarea específica que se vaya a realizar. Por ejemplo, señala a La Tercera, si la tarea es la percepción de una textura, entonces la visión y el tacto proveen la mayor parte de la información y se combinan para que podamos percibirla. Si la tarea es balancear el cuerpo, entonces la información auditiva, visual y táctil se combinan; si la tarea es la percepción de un determinado discurso, se combinan la audición con la visión.
Ya se han verificado muchos ejemplos de este fenómeno. Según un estudio del profesor Charles Spence, director del Laboratorio de Investigación Intermodal del Departamento de Sicología Experimental de la Universidad de Oxford, la gente interpreta que las papas fritas son más crujientes y sabrosas cuando un fuerte sonido crujiente se escucha a través de los audífonos. Un estudio de este año mostró que la gente piensa que un mousse de frutilla sabe más dulce, más intenso y mejor, cuando viene en un plato blanco que en uno negro.
Aprendido, no heredado
Extrañamente y a pesar de las ventajas que ofrece esta sofisticada forma de percepción, no parece estar determinada por la naturaleza, sino que la desarrollamos y perfeccionamos en la medida en que nos exponemos a experiencias sensoriales del ambiente.
Básicamente, dice Stein, el cerebro aprende que el sonido de una pelota moviéndose y la vista de la misma pelota van juntos. Antes de que se aprenda esto, las dos señales son tratadas como si provinieran de diferentes eventos.
Profundizando en esta determinación cultural, Charles Spence señala a La Tercera que recientemente se ha probado que sólo alrededor de los ocho años los niños comienzan a integrar óptimamente lo que ven y lo que sienten cuando sostienen en la mano un objeto al que además están mirando.
El mismo especialista señala que la cultura determina qué combinación de señales integramos mejor. "Esto es especialmente cierto en el caso de la comida. Por ejemplo, los europeos y los norteamericanos integran mejor el sabor del azúcar con el olor de las almendras, pero no un sabor salado con el olor de las mismas. Anda a Japón y el patrón es inverso".
Es por estos hallazgos que cada vez más empresas han comenzado a incorporar sicólogos y neurocientíficos a sus equipos. La idea es "enganchar" a los consumidores a través de una completa gama de sensaciones.
Pero no sólo la industria se ha visto beneficiada: la doctora Shams señala que esto tiene implicancias muy importantes en la educación, la rehabilitación y la computación. Por ejemplo: "nuestra investigación ha demostrado que un sentido puede facilitar y mejorar el aprendizaje de otro sentido. Esto es relevante para el aprendizaje de los individuos sanos, la rehabilitación de personas son deficiencias sensoriales (como las personas con baja visión o audición dañada), individuos con implantes sensoriales (de retina o cóclea) y la cración de estrategias remediales para individuos con déficit de integración sensorial, como ocurre en el caso del autismo o la dislexia".